domingo, 30 de agosto de 2009

¿Están las bibliotecas en peligro de extinción?

La pregunta se está propagando como un fuego en un monte seco. Son muchos los colectivos que se cuestionan la continuación a largo plazo de estas instituciones a la luz de la evolución de la sociedad y de la tecnología.


Se esgrimen hechos tales como haber conseguido en el primer mundo el acceso universal a la cultura o la imposición progresiva de medios tecnológicos, como amenazas que destruirán las instituciones bibliotecarias cuando, lejos de eso, en realidad son oportunidades para seguir avanzando y adaptándose a las nuevas necesidades y circunstancias de la sociedad.


Porque las bibliotecas están para servir al público, a sus usuarios, y por ello siempre se han adaptado a las situaciones cambiantes, ampliando y mejorando servicios y prestaciones. Así, las bibliotecas se diversificaron para atender a públicos concretos (bibliotecas infantiles, universitarias, especializadas, municipales…), se llevaron donde se necesitaban (con biblioburros, bibliobuses…), se hicieron sede para albergar actividades culturales (cuentacuentos, cursos, encuentros con escritores y músicos, exposiciones, conferencias..) se dotaron de equipamiento informático para usuarios, y un largo etcétera.


El hecho de que hoy en día existan diversos centros y servicios para que los ciudadanos puedan acceder a la cultura, además de la biblioteca, no elimina el papel de éstas como institución para la cultura y el conocimiento, sino que lo enriquece permitiendo establecer colaboraciones con otro tipo de instituciones y ofreciendo servicios de extensión bibliotecaria que contribuyen tanto a su propio desarrollo como al de sus usuarios.


Por otra parte, la tecnología tampoco supone una amenaza sino que, una vez más, es una coyuntura excepcional para evolucionar, dejando atrás esquemas que han pervivido durante muchas décadas y creando unos nuevos que deberán durar otro tanto. Es precisamente la capacidad de adaptación de las bibliotecas a los nuevos requerimientos de los usuarios y a las herramientas disponibles en cada momento una de las claves que ha permitido que subsistan y crezcan durante milenios.


El libro electrónico es quizás el ejemplo más claro de supuesta amenaza. Sin embargo, el e-book no dejará las bibliotecas inservibles, más bien al contrario: contribuirá al incremento de usuarios de este servicio y a la mejora de las prestaciones que actualmente se ofrecen. La dificultad que muchos ven es meramente técnica y superable: en lugar de prestar libros físicos en un espacio igualmente físico, será necesario cambiar hacia el mundo virtual.


En efecto, ya son patentes muchas iniciativas en este terreno. Dos de ellas son la utilización de la Web 2.0 y las bibliotecas virtuales.


  • La Web 2.0 en las bibliotecas. Con el interés y el esfuerzo de los bibliotecarios están empezando a materializarse proyectos que hacen que las bibliotecas transciendan sus espacios y servicios tradicionales gracias a la aplicación de las diferentes herramientas de la Web 2.0. Blogs, clubs de lectura virtuales, catálogos en línea, perfiles en los sitios de redes sociales, son algunas de las iniciativas que, en la actualidad, enriquecen el papel de la biblioteca en la sociedad y la hacen ganar adeptos. Entre otros muchos ejemplos: los proyecto de la Biblioteca Municipal de Muskiz, de la Biblioteca IES Francisco de los Ríos en Córdoba, y de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla.

  • Las bibliotecas virtuales también empiezan ya a ser una realidad. Consultables a través de Internet, muchas de ellas permiten el acceso completo a los textos que custodian. Aunque es un modelo que exige revisión, es un primer paso que ya no tiene marcha atrás. Un ejemplo es la Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional de España.


De lo expuesto anteriormente se deduce que las bibliotecas no están condenadas a la extinción, sino al cambio, a la evolución, al progreso, como lo ha hecho siempre en todos los momentos históricos por los que ha pasado y de los que, permanentemente, ha salido reforzada y con un papel más importante dentro de las sociedades.


Resistirse a un cambio, por otro lado inevitable, no tiene sentido. Usuarios, bibliotecarios y responsables políticos y administrativos deben tener claro que es necesario ver más allá de las formas y roles tradicionales de las bibliotecas, y seguir fieles a las cinco leyes de Ranganathan, enunciadas en 1931:


  1. Los libros son para usarse.
  2. A cada lector su libro.
  3. A cada libro su lector.
  4. Hay que ahorrar tiempo al lector.
  5. La biblioteca es un organismo en crecimiento.


Cuando esto se consiga estará claro que las bibliotecas no son un mero almacén de libros esperando a ser prestados, ni tampoco sólo un espacio donde los estudiantes se reúnen en periodo de exámenes, son entidades vivas que evolucionan y que pueden encarar el futuro adaptado sus servicios y espacios al entorno virtual para seguir ejecutando eficazmente su papel como entidad mediadora de la cultura y el conocimiento.