Google, esa gran máquina de innovaciones, empezó a trabajar oficialmente en su proyecto “Búsqueda de libros de Google” (Books.Google) en el 2002. Entonces, varios miembros del equipo de Google comenzaron a repensar la idea de digitalizar los fondos de las bibliotecas, para que el contenido de los libros pudiera estar disponible online, y además indexado y con contenido buscable, con lo que se aportaba un plus de atractivo y utilidad nada desdeñable.
Los acuerdos millonarios solucionaron, en espera de un juez revise el acuerdo en próximas fechas, la peliaguda cuestión de los derechos de autor en EEUU, pero en Europa todavía no hay acuerdos oficiales, ni con entidades públicas ni con las privadas, que permitan que Google comience a digitalizar libros en Europa.
Los detractores de esta iniciativa se cuentan a uno y otro lado del Atlántico: asociaciones de editores y escritores,
Por supuesto también hay apoyos: las entidades que agrupan a editores y escritores y que ya han suscrito acuerdos con Google, muchas asociaciones de internautas y de ciudadanos en general, la mayoría de los editores de España que ya han autorizado a CEDRO (la entidad que gestiona sus derechos de reproducción) el comienzo de las negociaciones con Google, un buen número de gobiernos de todo el mundo (como el francés), y un largo etcétera. Para los defensores de este proyecto la idea clave es la de difusión y democratización del saber en todo el planeta, así como la puesta a disposición de la sociedad de libros descatalogados y muy raros que pasarán, de esta forma, a ser accesibles.
La postura de Europa en estos momentos (comunicada esta misma semana) es la de apoyar el proyecto de digitalización de Google, o cualquiera otro que aparezca, siempre y cuando se establezca una nueva legislación europea que regule y haga respectar los derechos de autor. Se busca la creación de un marco legislativo que ampare los acuerdos entre el sector privado y el público de tal forma que la digitalización de los libros puede ser realizada por entidades privadas, pero debe ser guiada y supervisada por el sector público.
Queda por ver los términos en los que se redactará la nueva legislación y los plazos, que si se alargan pueden atrasar e incluso arruinar éste y cualquier otro proyecto de digitalización de libros en Europa.
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Como curiosidad, Google dedica una página específicamente a explicar las verdades y mitos de este servicio.
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